La planificación estratégica es una herramienta de gestión empresarial que permite definir el mejor camino que debe seguir una organización para alcanzar objetivos definidos dentro de un contexto previamente analizado. Para eso, es necesario analizar escenarios, definir objetivos y acciones.
Por lo tanto, sabiendo cómo la organización se posiciona en el mercado y los desafíos que enfrentará, es mucho más fácil lograr buenos resultados.
Hoy estamos aquí para responder tus preguntas sobre el concepto. A continuación, explicaremos por qué las empresas de todos los tamaños deben planificar y enseñar cómo ejecutar esos planes. ¡Quédate con nosotros!
Contenido
Después de todo, ¿qué es la planificación estratégica?
La planificación estratégica es un proceso que ayuda a una empresa a definir quién es, dónde está, a dónde quiere ir y qué hará para llegar allí. Con la planificación, se crea un tipo de mapa de ruta de viaje, analizando escenarios, estableciendo objetivos y trazando los caminos, conocidos como planes de acción.
Uno de los retos es incorporar la planificación estratégica a la cultura organizacional. Para que esto funcione, una buena gestión del líder tiene un papel fundamental. El liderazgo determina la adhesión de las personas, que en un lenguaje de gestión de proyectos, se llaman stakeholders.
¿Cuál es la importancia de la planificación estratégica?
La planificación estratégica sirve para que la empresa se conozca mejor y sea capaz de dibujar un mapa de sus objetivos y metas. Con él, los empleados saben a dónde quiere ir la empresa y qué obstáculos habrá en el camino.
Más que delinear cuál es el objetivo, el método describe cómo proceder para lograrlo. Esto permite una gestión mucho más eficiente de los recursos.
Al observar qué puede salir mal, el equipo tiene la capacidad de prever problemas. De esta manera, cualquier toma de decisiones se vuelve más segura, ya que está respaldada por un estudio detallado.
La planificación también ayuda a calcular el tiempo y el dinero que se invertirá en cada tarea. Con tal detalle, se obtiene una mejor sensación de gestión. Puede saber si la operación está generando el rendimiento esperado.
Y lo mejor: si los resultados son favorables, todos se dan cuenta de que el equipo está evolucionando hacia objetivos estratégicos. Este sentido de progreso motiva al grupo a trabajar con más determinación y satisfacción.
¿Cómo hacer la planificación estratégica de la empresa?
Ahora es el momento de enseñar cómo ocurre la planificación estratégica en la práctica. Por lo tanto, dividimos el proceso en cinco fases:
1. Diagnóstico
En esta primera etapa, tu y tu equipo deben aplicar el análisis FODA. Este es el acrónimo de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas.
Desde el punto de vista interno, la intención es comprender lo que la organización tiene para ofrecer y lo que aún puede mejorar. En cuanto al entorno externo, podemos observar lo que puede impactar, positiva o negativamente el negocio.
Quizás la competencia es vista como una amenaza. Por otro lado, si las otras empresas en tu nicho son de baja calidad, existe la oportunidad de ganarse a los clientes con mejores productos. En resumen, el análisis FODA revela su diferencial en el mercado.
2. Filosofía
Después del diagnóstico, es hora de refinar la filosofía organizacional. Ella traduce el propósito de la institución, es decir, su razón de ser.
El concepto se divide en misión, visión y valores.
La misión se refiere a los beneficios que la empresa quiere ofrecer a la sociedad.
La visión está relacionada con las proyecciones a largo plazo, considerando cómo pretende ser la organización en cinco o diez años.
Finalmente, los valores son los principios que guían las actividades diarias, como la ética, la seguridad, etc.
Los objetivos estratégicos, y, por lo tanto, toda la planificación resultante, deben alinearse con la filosofía organizacional.
3. Objetivos e indicadores
De la filosofía surgen las pautas estratégicas. Esta es la etapa de transformar los objetivos en metas. La diferencia es que estos últimos son operativos y, lo más importante, mensurables. Los indicadores cumplen con precisión la función de monitorear los resultados.
Digamos que el objetivo es aumentar las ventas. En este caso, los montos de ingresos y gastos actuarán como indicadores financieros.
Los objetivos e indicadores deben distribuirse a todos los empleados. Cada uno debe ser consciente de su importancia para lograr los objetivos estratégicos de la organización.
4. Planes de acción
La cuarta etapa de la planificación estratégica consiste en la elaboración de proyectos y procesos. Estos se llaman planes de acción. Definen la estrategia paso a paso para lograr los objetivos.
Volviendo a la situación anterior, una forma de aumentar los ingresos sería recortar costos. Por lo tanto, el plan debe definir acciones y las personas responsables de ellas.
Se establece, por ejemplo, que el jefe de mantenimiento será el encargado de reemplazar las lámparas fluorescentes por lámparas LED, que son más económicas. Se determina un presupuesto para la tarea y una fecha límite para completar el proyecto. Listo: al final, la oficina usará menos energía. Objetivo alcanzado.
5. Control y gestión
Tenga en cuenta que la planificación no es un procedimiento estricto. Por el contrario: a medida que aparecen los indicadores, debe utilizar esta información para mejorar los procesos.
Mantenga reuniones de evaluación periódicas con los gerentes, o incluso con todo el equipo. Aprovecha para interpretar los resultados, identificar errores y, por supuesto, corregirlos.
Sí, generalmente aparecen fallas. Sobre todo porque no todos los escenarios son predecibles. Puede haber una grave crisis económica en el país, o el público objetivo cambia los hábitos de consumo y se pierde espacio frente a la competencia.
Cada clima tiene consecuencias que requieren ajustes en los planes de acción. Y seamos realistas: el mercado es inestable, por lo que los emprendedores siempre deben estar dispuestos a cambiar.
Conclusión
Independientemente del tamaño y el sector de tu empresa, un plan estratégico puede brindarte orientación a tus decisiones, manteniéndolo encaminado para lograr sus objetivos a largo plazo y asegurando que tu empresa siempre funcione de manera coherente con la misión, visión y valores de la empresa.